jueves, 8 de octubre de 2009

LA BEBIDA DE LOS DIOSES

La bebida de los dioses
Los orígenes del chocolate constituyen uno de los enigmas de la historia. Las cálidas y húmedas selvas de México, donde los olmecas cultivaron los primeros árboles del cacao a la sombra de los grandes árboles, han borrado cualquier rastro arqueológico acerca del consumo de cacao.
Se ha conservado una tradición oral, recogida y transmitida por la civilización maya, heredera de las plantaciones olmecas de cacao en la costa del Golfo de México. Sin embargo, hace aproximadamente un año ha salido a la luz una evidencia: se encontró una vasija con residuos de chocolate en las cercanías del cerro Manatí (Veracruz, México) y las pruebas determinaron que el recipiente data del 1.750 a.C.
Según la leyenda del Popol Vuh, el libro de la génesis maya, la primera bebida de cacao era de origen divino. Fue elaborada por una pareja de antepasados míticos durante la unión sobrenatural de su nieto, el héroe Hun Hunahpu, con una virgen de Xibalbá. Los señores de Xibalbá, que representa el infierno maya, habían decapitado al desafortunado Hun Hunahpu y colgado su cabeza en un árbol seco. Entonces, milagrosamente, el árbol dio frutos: mazorcas de cacao, según algunas fuentes. Posteriormente, la bebida pasó a formar parte de las celebraciones del matrimonio: los novios y los padres de los novios hacían chokola’h, es decir, brindaban con un vaso de chocolate.
Este cacao también presidía los nacimientos del mundo de los humanos: los niños mayas eran purificados en una ceremonia parecida al bautismo católico, con una rama que se mojaba con el agua de una fuente mezclada con flores y cacao. Por último, como fruto nacido en los abismos del mundo subterráneo y signo de renacimiento, el cacao asistía a los difuntos en su viaje al más allá. En las sepulturas de los antiguos reyes mayas se depositaban numerosas vasijas funerarias marcadas con el signo del cacao.
Hacia el año 1300 d.C., los aztecas (guerreros nómades provenientes del norte) se instalaron en el alto valle del actual México, a 2000 mt de altitud. Esta tribu nunca cultivó árboles de cacao ya que no podía adaptarse al frío de los altiplanos, pero sí fue consumidora incondicional de la bebida de chocolate, que constituía un privilegio de casta (sólo los nobles y los guerreros tenían derecho). Las habas de cacao eran tan valiosas que hacían las funciones de moneda, al igual que las piedras y las plumas.
A principios del siglo XVI, en la mesa de Moctezuma II, el último y auténtico emperador del Imperio azteca, al concluir la comida era habitual servir una calabaza repleta de de diversas preparaciones a base de cacao. Aromatizando con vainilla, flores, a veces con miel o incluso con setas alucinógenas, el chocolatl era apreciado sobre todo por la espuma que se obtenía al verter el líquido desde cierta altura. Desde este modo, Hernán Cortés fue iniciado en la bebida ceremonial. Pero esta ya es otra historia, la de la conquista de México y la de la llegada del chocolate al viejo continente, que más adelante estaremos retomando.

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